Alma vikinga by Nieves Hidalgo

Alma vikinga by Nieves Hidalgo

autor:Nieves Hidalgo [Hidalgo, Nieves]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2015-02-04T05:00:00+00:00


19

«Te adentrarás en un mundo infernal

sin otra arma que tu valor…»

Se divisaban a lo lejos las murallas que rodeaban la mansión De Barenger cuando descubrieron una figura que corría hacia ellos. Refrenaron a los caballos. Antes de que Sayka saltara al suelo la mano de Ishkar, sujetando su brazo, la detuvo.

—¿Te fías de verdad de esa mujer?

—Lo hago.

—Imagino que no se te habrá pasado por la cabeza que pueda tratarse de una trampa.

—A estas alturas, poco importa ya, ¿no crees? Espero que no estés pensando en echarte atrás.

Ishkar se inclinó hacia ella. Su mano la acarició desde el codo a la clavícula.

—No pienso perderte de vista aunque hayas decidido ir al mismísimo infierno.

Ella no supo si tomar su respuesta como una galantería o una amenaza. Como si no le hubiera oído, le aseguró:

—Adelina no nos traicionará.

—Si quiere seguir viviendo, más vale que así sea.

Eso sí sonaba a ultimátum, bastante más propio de él.

Desmontó para ir hacia la antigua sirvienta que, con los ojos como platos, había frenado en seco al descubrir que quien la acompañaba era un vikingo. La abrazó, hablaron algo en voz baja, sin que Adelina dejara de echar rápidas miradas hacia Ishkar y, por fin, la ayudó a subir a la grupa.

La vieja criada de lady Barsmont no disimulaba su inquietud ante la cercanía de ese imponente guerrero rubio. Sin embargo, Sayka lo había traído con ella y si la joven confiaba en ese hombre, ella también lo haría. Le indicó a Sayka el camino a seguir, cruzando el bosque que se alzaba frente a ellos y cabalgaron en completo silencio, sorteando las ramas bajas de los árboles. Al otro lado de una pequeña ladera ascendente, la hiedra abrazaba los muros de la fortificación ocultando una puerta que Adelina se dio prisa en señalarles apenas descabalgaron.

Los goznes chirriaron ligeramente al empujar la madera y a Sayka le recorrió un escalofrío. ¡Ojalá todo saliera como esperaban! Cuanto antes estuvieran fuera de allí, mucho mejor para ellos y para la seguridad de Adelina. Lo que menos deseaba era poner a la anciana en peligro. Además, si les descubrían, De Barenger tomaría su incursión nocturna como una declaración de guerra.

A Ishkar le sobrevino la desagradable sensación de haber actuado con precipitación. Tal vez se estaban metiendo en la boca del lobo. Aun conociendo las habilidades de Sayka y su arrojo, la posibilidad de que pudiera salir herida empezaba a ponerle nervioso.

El silencio espectral que les rodeó al entrar, como un mal augurio, no le tranquilizó en absoluto. ¿Y si les estaban aguardando? La muchacha decía confiar en aquella vieja, pero él había aprendido por experiencia que no era de cuerdos dar crédito a la palabra del primero que se presentaba. Sin embargo, estaba confiando ciegamente en Sayka. Agudizó el oído siguiendo los apagados pasos de la mujer que les precedía, atento a cualquier presencia, la mano sobre la empuñadura de su arma. Creyó escuchar un chasquido a su derecha. De inmediato, empujó a ambas contra la pared colocándose ante ellas y blandiendo la espada.



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